Había una vez al fondo de un patio una llave que había goteado por casi un mes,
luego de arreglarla,
el dueño del patio decidió clausurar la llave de paso para que nunca más se pudiera desperdiciar agua.
En aquella llave habían quedado dos gotas,
una de cada lado,
acababan de llegar pero ya no había presión,
así que no cayeron igual que las otras a jugar en el charco,
después de mirarse una a la otra por fin se saludaron con la mirada.
Las gotas de agua en esos días sabían ya de su importancia y algunas eran tan altivas que no se dirigían la palabra entre ellas.
La más pequeña saludó a la grande,
pero no le contestó,
la chica pensó,
de cualquier forma nos hemos de quedar más tiempo aquí y lograremos hablar,
no importa que no vaya a jugar por ahora en ese charco donde todas se convierten en agua y dejan de ser una gota de agua,
llena de vida y regordeta como yo.
La grande se entretenía estirándose y encogiéndose,
haciendo cambios en su silueta.
Luego la chica le preguntó:
-¿por qué te gusta cambiar de forma,
no ves que podrías separarte y convertirte en dos o más gotas?
A lo que la grande contestó sin dudar -¡que igualada,
que locura,
como te atreves a hablarme a mí!,
no ves que soy la última gota de este grifo y seré recibida con honores en aquel charco donde todas las demás me esperan,
no me hables pequeña regordeta,
¿quién quiere ser una regordeta como tú?-.
Y la pequeña contestó en voz baja -ah perdón-,
y prefirió tararear una canción en lugar de insistir en la conversación.
Pensaba -de cualquier forma las dos estamos hechas de la misma cosa,
de agua-.
Las gotas de abajo ya no estaban de fiesta,
estaban tranquilas y cansadas,
pasó toda la mañana y toda la tarde,
el sol calentó el piso y el charco se hacía cada vez más pequeño,
ya no se escuchaba el ruido del agua,
la llave del agua se había calentado tanto que la gota grande dejo de hacer formas y se quedo como la gran gota regordeta que era.
Estaba cansada y triste viendo como el sol evaporaba a las demás,
pero seguía pensando en que la estaban esperando con una gran fiesta,
aunque cada vez el charco se hacía más pequeño.
La chica le dijo sin acordarse de lo anterior,
-¿oye,
por qué no hablamos y convivimos lo que dure nuestra estancia en este lugar,
para que nos acompañemos?
- a lo que la grande contestó con gritos -¡ya te dije que hay niveles,
y yo soy grande y esbelta!
-,
no había terminado de decirlo cuando quiso alargar su forma para mostrar su figura y ese cambio le costó,
que su peso la llevara al piso.
,-¡adiós amiga nos vemos luego!
- gritó la pequeña mientras la veía caer con rapidez hacia el pequeño charco.
Entonces se quedó la gota chica cantando… una Catarina que había tardado mucho tiempo en subir puedo alcanzar a la gota chica antes de caer - bellísima gota de agua llena de vida,
que bueno que te encuentro para beberte,
casi muero de sed- dijo la Catarina.
La gotita sonrió,
había encontrado mejor destino que ser consumida por el calor en el piso,
ahora iba a llenar de vida a otro ser vivo-
Esa llave nunca más saco agua,
y aquella regordeta y bella gota de agua,
salvó a la familia de la Catarina,
que ya hidratadas pudieron volar hasta un lugar seguro donde había más agua.
AUTORA DEL CUENTO
Isabel Gama
LOCUCIÓN
EN ESPAÑOL
Isabel Gama
CORRECCIÓN Y REVISIÓN
DE ESTILO EN ESPAÑOL
Ytzel Maya
ILUSTRACIÓN Y DISEÑO EDITORIAL
Jessica Mitzy Reyes Juárez
RESPONSABLE DE DISEÑO
DEPARTAMENTO DE DISEÑO MULTIMEDIA
Fernando Ivan Dupotex Herrera
DESARROLLO DE AUDIOLIBROS
DEPARTAMENTO DE DISEÑO DE
MATERIALES DE LENGUAS INDÍGENAS
Luis Flores Martínez
INSTITUTO NACIONAL DE LENGUAS INDÍGENAS
DIRECCIÓN GENERAL
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DIRECCIÓN DE POLÍTICAS LINGÜÍSTICAS
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DIRECCIÓN DE COMUNICACIÓN SOCIAL
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RESPONSABLE DE LA PUBLICACIÓN
COORDINACIÓN DE DIFUSIÓN
Y ASUNTOS INTERNACIONALES
Gloria Jadra Gutiérrez