Durante el siglo pasado se descubrió que las galaxias en el universo se alejan de nosotros y que, mientras más lejos estén, se alejan más rápido. Con base en estas observaciones, se puede concluir que, en el pasado, se encontraban más cerca unas de otras.
Entre más al pasado del universo observemos, veremos que más cerca están todas las cosas que en él existen; por eso suponemos que, en algún
momento, todo dentro de él estuvo súper
comprimido.
Imaginemos que podemos comprimir una
montaña al tamaño de una hormiga, e incluso
más, que en esa misma compresión también
metemos al Sol, a la Vía láctea y a todas
las galaxias.
Imaginemos que soltamos este conjunto comprimido y que todo explota al hacerlo. Así es como describimos al nacimiento del universo, el espacio y el tiempo en un instante. A este acontacimiento se le llama “La Gran Explosión”, que dio origen a la luz, la materia y todo lo que ahora observamos que existe.
La Gran Explosión es el modelo del origen del Universo que tenemos en la ciencia. Una de las observaciones que apoya esta idea es que la temperatura que medimos en las profundidades del universo y la luz más vieja que podemos observar son la misma hacia donde miremos en el cielo, lo que nos hace pensar que todo estuvo alguna vez junto.