En una noche despejada y sin luna, desde el campo, podemos ver una gran cantidad de estrellas en el cielo. Estas estrellas son similares a nuestro sol, algunas más grandes y otras más chicas, pero todas nacen a partir de nubes de gas y polvo.
Esos ingredientes van formando grumos que van creciendo más y más hasta que su tamaño es tanto y la presión del material
en el centro es tan grande que sus partículas se
calientan muchísimo y se producen las llamadas
fusiones nucleares.
Lo primero en fusionarse es el hidrógeno, que es el elemento más ligero y abundante del universo; así comienza la cadena de formación
de átomos cada vez más pesados y, con esto, la
producción de luz de la estrella.
Al morir, las estrellas explotan y parte de los
átomos alojados en su interior se dispersan por
la galaxia, contribuyendo así a que se formen
otras estrellas.
Los átomos generados en muchas otras estrellas llegaron a formar el planeta que habitamos, la Tierra, y todo lo que está en él, incluso a nosotros mismos. Sin las estrellas, tú y yo no estaríamos aquí para preguntarnos: ¿cómo se forman las estrellas?